El artista era amante de la sencillez y de la funcionalidad, destaca la presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Consuelo Sáizar.
“Su logro fue no sólo el de un constructor, sino el de un artista”, dijo antes de que el arquitecto Francisco Serrano, quien fue amigo de Legorreta, compartiera anécdotas chuscas, que hicieron reír a los asistentes.
Fue el arquitecto Felipe Leal, Secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México, el que mejor definió el legado del arquitecto Legorreta, en la velada que se desarrolló en la Sala Manuel M. Ponce.
“Legorreta dedicó su vida a mirar a la naturaleza, a emocionarse con los hechos culturales, a valorar nuestras construcciones, ciudades y tradiciones, a gozar de las experiencias estéticas, a sensibilizarse con las acciones auténticas y naturales."
“Ricardo fue un hombre sencillo, antisolemne, directo y claro, un pragmático de enorme sensibilidad”, dijo Leal e indicó que Legorreta creó atmósferas, ambientes de singular plasticidad. Procuró enaltecer la actividad humana, desarrollar la autoestima de quien habita esos espacios, en resumidas cuentas, deseaba producir felicidad.
Ante la mirada de la arquitecta Louise Noelle, del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, Víctor Legorreta agradeció la iniciativa de que el nombre de su papá pueda inscribirse en la Rotonda de las Personas Ilustres, en el Panteón de Dolores.
Habló del entusiasmo de Ricardo Legorreta, de su amor por la vida, por lo que pudo haber sido agente de viajes o torero, pero nunca llegaría a ser un buen chef, porque la comida no era su fuerte.
El arquitecto británico Richard Rogers, quien junto con el desaparecido arquitecto mexicano presentara el proyecto de la Torre BBVA Bancomer, de 50 pisos de altura, mandó un mensaje grabado para sumarse al homenaje póstumo a Ricardo Legorreta.
Vía Milenio